22 December 2025

Por estas fechas, cuando se acerca la Navidad, nos volvemos más sensibles frente a las necesidades de quienes menos tienen, más atentos al otro y, en muchos casos, más generosos. Es una época que invita a la empatía y al cuidado. Sin embargo, pasadas las fiestas, esa sensibilidad suele diluirse entre las urgencias del día a día, las presiones laborales o los problemas personales.

Esta reflexión cobra especial sentido cuando pensamos en el espacio que ocupan los niños en nuestras prioridades como sociedad. Porque hablar de ponerlos primero no es un gesto simbólico ni un acto de caridad: es una decisión de país. Más aún si miramos hacia el 2026, un año clave para el Perú, en el que elegiremos nuevas autoridades y definiremos los temas que ocuparán el centro de la agenda pública.

Empezar por la infancia no es una opción, es una obligación. Los niños deben poder alimentarse adecuadamente, dormir las horas necesarias para que sus cuerpos y cerebros descansen, tener tiempo para jugar y explorar, contar con una higiene básica que depende, en gran medida, del acceso a servicios de agua y saneamiento de calidad. Deben también poder estudiar y desarrollarse en entornos que los protejan y estimulen, para que el día de mañana puedan ser agentes de cambio.

Las cifras nos recuerdan la urgencia. Según la ENDES 2024, cerca del 44% de niñas y niños entre 6 y 35 meses en el Perú presenta anemia. No es solo un indicador de salud: es una señal clara de las oportunidades que estamos dejando pasar como sociedad.

Poner a los niños primero exige coherencia y compromiso sostenido. Depende de nuestras decisiones, de nuestras acciones y de no olvidar, el resto del año, aquello que hoy nos conmueve. Porque el futuro del país se construye, todos los días, desde la infancia.

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