La organizaciĂ³n de los mineros ilegales que esta semana -a travĂ©s del bloqueo de carreteras y otras manifestaciones- buscaba, entre otras cosas, la aprobaciĂ³n de la desmantelada y reconstruida Ley Mape, incluyĂ³ el apoyo explĂcito del congresista Paul GutiĂ©rrez, presidente de la ComisiĂ³n de EnergĂa y Minas.
Los bloqueos de las carreteras al sur del paĂs nos perjudicaron a todos: turistas, comercios, mypes, pymes, grandes empresas. Protestar no estĂ¡ prohibido, pero hay un lĂmite cuando se contabilizan fallecidos: estas protestas ya llevan uno. El por quĂ© la policĂa no actuĂ³ con mayor rapidez y firmeza queda en la especulaciĂ³n, pero el historial de la actual gestiĂ³n respecto al manejo de conflictos y su dĂ©bil respaldo podrĂa explicar la falta de acciĂ³n inmediata.
El importante rol del Minem en esta situaciĂ³n es confuso. Aunque ampliĂ³ el Reinfo, retirĂ³ a mĂ¡s 50 mil mineros del proceso de formalizaciĂ³n. OjalĂ¡ no retroceda en este objetivo a pesar de las presiones. AdemĂ¡s, resulta sorprendente cĂ³mo este ministerio ha dejado que se desnaturalice la Ley Mape, impulsada abiertamente por el ex titular del Minem, RĂ³mulo Mucho.
Para apaciguar esta situaciĂ³n se necesita bastante mĂ¡s que fuerza. Se necesitan servidores pĂºblicos que conozcan de lĂmites y que reconozcan y repudien la ilegalidad, en este caso vergonzosamente evidente. Se necesita tambiĂ©n un empresariado y un gremio que siga alzando la voz -coherente y consistente- en contra de la minerĂa ilegal y que pueda hacer aĂºn mĂ¡s denodados esfuerzos en, lamentablemente, todo eso que el Estado no presta. Pero, sobre todo, se necesita que todos los actores sean conscientes de que este es solo el inicio; el sur del paĂs y su afamado corredor minero son el centro del tablero de dardos en todas las campañas electorales; este año y el siguiente su utilizaciĂ³n no serĂ¡ la excepciĂ³n.
¿Es casualidad que cada vez que la situaciĂ³n econĂ³mica internacional nos sonrĂe, en el PerĂº pareciera que nadie rema para el mismo lado? Paralizar una zona del paĂs a la fuerza para tratar de legalizar actividades ilĂcitas es una batalla que como paĂs no podemos perder, aunque seamos conscientes de la necrosis de la enfermedad.
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